El delicado equilibrio entre la comodidad y la honestidad del paciente
La regla de oro de la profesión médica: «Primero, no hacer daño», a menudo presenta una paradoja compleja. Si bien nos esforzamos por evitar causar dolor, ciertos procedimientos pueden requerir molestias para el beneficio final del paciente. Este delicado equilibrio requiere que los médicos afronten la difícil tarea de preparar a los pacientes para un posible dolor manteniendo al mismo tiempo su confianza y bienestar.
El enfoque engañoso: una trampa bien intencionada
Tradicionalmente, los médicos a menudo han recurrido a restar importancia o endulzar el dolor potencial, impulsados por un deseo genuino de evitar molestias a los pacientes. Sin embargo, este enfoque puede tener consecuencias no deseadas. Cuando los pacientes experimentan un dolor que supera sus expectativas, pueden sentirse traicionados o cuestionar la competencia del proveedor. Esto puede provocar ansiedad, desconfianza y una relación terapéutica disminuida.
Una mejor manera: comunicación veraz y expectativas realistas
En lugar de restar importancia al dolor, un enfoque más eficaz implica brindar a los pacientes una evaluación realista y honesta de qué esperar. Esto incluye reconocer la posibilidad de malestar, explicar las razones detrás del mismo y ofrecer una variedad de resultados potenciales. Al establecer expectativas realistas, los pacientes están mejor equipados para afrontar el dolor y sentir una sensación de control sobre la situación.
Por ejemplo, al administrar una inyección anestésica, un médico podría decir: «Esta inyección puede causar una sensación de ardor agudo que puede durar unos segundos. Algunos pacientes informan una molestia mínima, mientras que otros experimentan un dolor más intenso. Si el dolor se vuelve insoportable , hágamelo saber y ajustaré el procedimiento en consecuencia».
El poder de las declaraciones orientadas a objetivos
Recordar a los pacientes el objetivo final del procedimiento puede mejorar significativamente su tolerancia al dolor. Al enfatizar que el malestar es temporal y conducirá a un resultado positivo, los médicos pueden brindar a los pacientes un sentido de propósito y motivación. Por ejemplo, al preparar a una paciente para el parto, un médico podría decir: «Entiendo que el parto puede ser doloroso, pero recuerda que esta incomodidad es un paso necesario para traer a tu hijo al mundo. Con cada contracción, te estás acercando al parto». conocer a tu pequeño.»
Los peligros de restar importancia: una falsa sensación de seguridad
Si bien restar importancia al dolor puede parecer un gesto compasivo, en última instancia puede socavar la confianza del paciente. Cuando a los pacientes se les dice que un procedimiento será indoloro y luego experimentan una incomodidad significativa, pueden sentirse engañados o cuestionar la credibilidad del proveedor. Esto puede provocar una ruptura en la comunicación y una disminución de la relación terapéutica.
Además, restar importancia al dolor puede crear una falsa sensación de seguridad, lo que lleva a los pacientes a subestimar el malestar potencial y a sentirse abrumados cuando ocurre. Esto puede provocar un aumento de la ansiedad, el miedo y una disminución de la capacidad para afrontar el dolor.
Honestidad en las estimaciones de tiempo: evitando la trampa del «casi hecho»
Otro error común es proporcionar estimaciones de tiempo inexactas durante procedimientos dolorosos. Los médicos pueden decir «casi terminado» cuando el procedimiento está lejos de completarse, lo que puede generar frustración, ansiedad y una sensación de traición en los pacientes. Es fundamental ser honesto y transparente sobre la duración prevista del procedimiento, incluso si eso significa reconocer que puede llevar más tiempo de lo previsto.
En lugar de decir «casi terminado», los médicos deben proporcionar actualizaciones específicas sobre el progreso del procedimiento. Por ejemplo, podrían decir: «Hemos completado la mitad del procedimiento y nos quedan dos pasos más».
La honestidad como piedra angular de la atención al paciente
La honestidad debe ser la piedra angular de la atención al paciente. Si bien puede resultar tentador retener o restar importancia a la información para evitar molestias a los pacientes, este enfoque puede, en última instancia, erosionar la confianza y obstaculizar la relación terapéutica. Al brindarles a los pacientes información veraz y realista, los médicos pueden capacitarlos para tomar decisiones informadas, afrontar el dolor de manera más efectiva y mantener una relación positiva y de colaboración con sus proveedores de atención médica.
Recuerde, la frase «Primero, no hacer daño» se extiende más allá del bienestar físico. También abarca la preservación de la confianza, la dignidad y la autonomía del paciente. Al adoptar la honestidad y la transparencia, los médicos pueden crear un entorno seguro y de apoyo donde los pacientes se sientan respetados, informados y empoderados durante todo su recorrido sanitario.